sábado, 31 de diciembre de 2011

Se hace camino al andar

Desde hace un tiempo salgo a andar, cada día si puedo y/o el tiempo acompaña. Cinco kilómetros como mínimo, la distancia que hay desde casa hasta la roca en el paseo marítimo y vuelta.

Empecé a andar al escasear el trabajo, para mantener una cierta rutina, hacer ejercicio y escampar la boira. No me gusta correr, me canso, las rodillas acaban doliéndome y no consigo centrar mis pensamientos. Me adapto mejor al paso rápido de quasi-legionario y mis pensamientos fluyen más ordenados.

Y ante el azul del mar, el marrón de la arena, el olor del salitre, el viento en la cara y el sol en la espalda agradezco el tiempo de ocio que la crisis me ha regalado. E invariablemente pienso en aquellos que ya no pueden disfrutar de toda esta maravilla e hincho los pulmones y abro los sentidos para disfrutarla por ellos. Y mi andar se convierte en un peregrinaje recordando los momentos vividos y todo lo que me enseñaron. Hasta que llego a la roca, mi especie de santuario, la toco con las manos y agradezco haberlos conocido.

Hoy mi andar ha sido más pausado, he recordado a los que no están, pero especialmente a los que sí están. A los que forman parte de mi vida de una u otra forma: los que han estado siempre, a veces un poco lejos; los que siguen estando no sabemos por cuánto tiempo; y en especial los últimos que han llegado, ‘virtuales’ y reales, que conforman mi mundo más inmediato, de los que sigo aprendiendo y que me siguen maravillando. Y me siento muy feliz de tener(l)os a mi lado.

Hoy cenaré entre amigos y luego espero salir a bailar. Las endorfinas que la música y la buena compañía producen es el mejor modo que conozco para dar la bienvenida al nuevo año.

Físicamente no estaréis todos, pero os tendré en mi pensamiento.

Feliz año!

sábado, 24 de diciembre de 2011

X-Mas Dinner




Hace muchos años, en mi juventud, durante una clase de inglés por estas fechas, hicimos piruetas con el ‘Spanglish’. Este fue mi intento, con el que os deseo lo mejor a todos los que os pasáis por aquí.


In this season of Happiness and Amor
we hope everybody has lo mejor.
All the family gathered together
tries to put aside the problemas forever.
But being so close inevitably brings el roce
and people start arguing until son las doce.
Mum tries to calm us down, Dad goes on desvariando,
the rest of the family eats a la chita callando.
Then at the end of the dinner comes the cava
and with people half drunk los problemas se acaban.


Sed felices…

jueves, 8 de diciembre de 2011

El Barça del futur


Recibí una invitación a media tarde para ir a ver el partido de Champions del Barça del futuro. La noche había sido muy corta con los percusionistas, pero la perspectiva de acudir al campo por primera vez con mis sobrinos hacía olvidar cualquier resaca.

No he sido demasiado futbolera. En mi juventud me tiraba más el baloncesto, pero tenía una rutina sagrada: los sábados por la tarde, después de comer, me preparaba un chupito de melocotón y me pertrechaba en el salón de casa de mis padres para ver el partido de fútbol de la liga inglesa que daban por La 2. Entendía de fútbol prácticamente lo mismo que entiendo ahora, pero la liga española no me interesaba lo más mínimo. En cambio me gustaba el fútbol rápido, fuerte y elegante de los jugadores de la Premier, que además me parecían mucho más guapos y fornidos que los de la Liga. Hasta llegué a reconocer algunas alineaciones…

Ahora soc culé. Desde que Pep se puso al mando que me ha cambiado el chip. Admiro su inteligencia, su señorío y su saber estar (aunque debo reconocer que tanto ‘buenismo’ empieza a resultarme un poco impostado), pero ha logrado que sienta al equipo como mío.

Nunca había visto un partido en directo y lo que más me impresionó es el silencio. Casi sepulcral; roto por los gritos de los jugadores y los chutes al cuero. Acostumbrada a las retransmisiones verborreicas de la TV o la radio, ese silencio me trasladó al silencio reverencial de una imponente catedral gótica antes de un oficio.

Me perdí el primer gol, repartiendo kikos a los niños, disfrutando de su excitación, de sus miradas brillantes, sus ojos abiertos como platos y sus reacciones (‘¡se ha tirado!’ ante una falta a un jugador blaugrana). Pero me desgañité con los goles restantes.

No me importó no ver jugar a las grandes estrellas. Que me perdonen los entendidos, pero desde la segunda gradería y para una miope como yo, no se distinguen las figuritas. Thiago podía haber sido perfectamente Xavi, Bartra Piqué, Montoya Alves o Cuenca Busquets. Y a tenor de las crónicas, podía haber sido perfectamente así.

Siempre podré decir que yo vi debutar a ese Barça.