domingo, 27 de febrero de 2011

Reina del desierto

Mi reina del desierto va camino de las  estrellas...

Ha sido una semana dura. Curso de posgrado intensivo, 14 horas fuera de casa y mi reina luchando por sobrevivir. Y yo sin poder hacer nada en la distancia, con el corazón encogido al abrir la puerta de casa cada noche por ver si salía a recibirme o no…

No sé si los gatos tendrán 7 vidas, pero ella tuvo una segunda oportunidad. Hace unos años estuve en un tris de sacrificarla tras una hepatitis fulminante que la dejó postrada y sin ganas de vivir. No respondía a nada, rechazaba la alimentación forzada, se dejó ir. Hasta que un día me armé de valor y me dispuse a ayudarla. En momentos así es difícil saber si estás haciendo lo mejor por ellos, no nos dejan ningún testamento vital. Estaba en su camita encima del sofá, puse música de Bach y me preparé, llorando como una Magdalena mientras la acariciaba regándola con mis lágrimas. Le puse un sedante, y mientras, no dejaba de preguntarle, ‘¿quieres seguir aquí o prefieres descansar? Dime qué quieres, por favor’ Podrá parecer extraño, pero me respondió. Empezó a lamerse el hocico. ‘¿Quieres comer???’ Le acerqué un yogur de fresa, su favorito, y empezó a lamerlo con fruición. Y paré el plan. Ese momento cambió mi relación con los animales.

Pero ayer fue distinto. Su hermana, que la aseaba cada día limpiándole los restos de lata del hocico, dejó de dormir a su lado. No podía incorporarse ya y la respiración se modificó. Era el final, pero esta vez no se dejaba ir, tenía obsesión por la comida y trataba de incorporarse en vano. Aún así, sabiendo que la respuesta era obvia, volví a preguntárselo. Y esta vez acercó su cabeza a mi mano para acariciarse con ella. Así que volví a pasar ese mal trago otra vez. La sedé y eso fue suficiente para que se fuera en paz.

Es extraño el vacío que dejan, pero es que son animais de estimação, como nos enseñó Rui. Isabel se hará cargo de ella. Compraré una caja Samla en IKEA, a juego con mi huerto urbano, y la pintaré de color fucsia, como no podía ser de otro modo. Y allí descansará, en la terraza en la que tanto le gustaba retozar al sol. Y allí plantaré flores y se convertirá de nuevo en vida. Como dijo delagranja: ‘el cielo está lleno de gatos felices’


PS: Neutro, adoro ese corazón tuyo. Tu 'Priscilla Coconut Delight' me ha emocionado.

domingo, 13 de febrero de 2011

Bellboy pillbox hat

He tenido a Madeleine toda la noche en la cabeza.

La cita era a las 5 de la tarde. Teníamos que acudir todos puntuales, con nuestra acreditación, para realizar el último pase antes del espectáculo. El lugar impone, no es cualquier escenario de fama. Si Robert de Niro lo ha elegido para su última película es por algo. Esto va en serio.

Con puntualidad británica salimos a escena. Somos de los primeros. Fantástico! Así dejaremos los nervios a un lado y podremos disfrutar tranquilamente de todo el espectáculo. Y el pase sale, hay que arreglar algunos flecos, pero por los aplausos de platea lo bordaremos. Luego sigue el resto de números y yo quiero disfrutar de este making of previo, así que me quedo. Tengo curiosidad por observar cómo estos artesanos del espectáculo van puliendo su obra. Quiero ser testigo de cómo funciona el engranaje de esta gran familia para parir lo que van a parir. Quiero ver la metamorfosis final de la crisálida en mariposa.

Tras los pases, un descanso con bocadillo y agua, y enseguida a vestuario y maquillaje. Y empiezan los nervios. La mente se bloquea, trozos de la coreo en blanco… Dios! Gente por los pasillos arriba y abajo, con prisas. El reportero discreto tomando nota gráfica de todo. Llegamos al backstage. Foto de familia. Último repaso. Respiraciones abdominales. Y subida de pulsaciones para no desfallecer en pleno número. Son sólo 2’40”, pero ¡qué intensidad de 2’40”! Mucha mierda y salimos…

Y momentazo Botones!!! Y luego se suceden otros momentazos: momentazo Bollywood, momentazo Tango, momentazo Typewriter, y momentazo final ‘me quiero, adióssssssss’

Guardo mi pillbox hat en una sombrerera y la noche en el Gran Hotel en la cajita de los recuerdos.

I longed to get the thrilling life I’ve missed…
Did I get a thrill? Am I full of quiver?

Gracias, chicos, a todos!!!!


sábado, 5 de febrero de 2011

Eduardo Manostijeras

Hoy he ido a la pelu. A una de esas academias donde prestas tu cabellera para que los profesionales perfeccionen su técnica. La hora era intempestiva, pasado ya el mediodía, cuando la gente con vidas normales prepara la comida o está ya comiendo. Así que estaban esperándome.

Ha sido entrar y un ricky martin jovencísimo se presta a retirarme el abrigo, me pone la ‘bata’ (ignoro el término en el argot peluqueril) y me ofrece asiento indicándome que va a proceder con un masaje. ¡Esto es nuevo! Así, sin más, que me toma por los hombros presionando fuerte pero lento, va subiendo por el cuello con un pellizco firme pero delicado, y sigue masajeando con la misma cadencia el cuero cabelludo hasta llegar a las sienes, donde sus dedos caracolean círculos y vuelta hacia atrás…

Y yo derrotada, con un escalofrío recorriéndome el espinazo y el vello erizado hasta la uña del dedo gordo. Marededeusenyor! ¿Deben tener ‘Técnicas de masaje capilar’ como asignatura en sus currículos? ¿Y las clases prácticas? ¿Y los exámenes? Yo me pido el título de examinadora oficial!

No quiero pensar si llego a entrar en una de esas peluquerías caras…