miércoles, 20 de abril de 2011

#metetetussuciaspezuñasdondetequepan

Lo siento, te ha tocado a ti.

Imaginad un tipo estilo el actor Jordi Díaz, pero más delgado y con el pelo canoso, bien recortadito. Guapito de cara, finito, gafitas con montura de pasta de color amarillo y naranja, tejanos de marca descoloridos en su justo punto, camisa de rayas finas azules y deportivas G-star de piel marrón, anillo de oro.

Un tipo madurito, con aire de intelectual, aseado. Va en el tren leyendo el periódico, luego saca su iPhone, se coloca los auriculares blancos, vuelve a hojear el diario… y me lo veo con sus dos pezuñas apoyadas en el asiento de enfrente. Luego, no contento con eso, coloniza con una pata el asiento contiguo. ¡Qué cool el tipo, por Dios! Nen, que ja ets una mica granadet per aquestes coses! Que no t’ha ensenyat educació la mama?

¿Por qué la gente tiene esa necesidad de ensuciar asientos ajenos? ¿El problema radica en que no los consideran como propios, como así debiera ser? ¡A lo mejor es que también ponen los zapatos encima del sofá de su casa!

Y claro, ya nos hemos acostumbrado a que los niñatos campen por sus respetos, pero lo patético que resulta ver a una señora septuagenaria regordeta y paticorta haciendo esfuerzos porque la puntita de su zapato llegue al asiento de enfrente del autobús es algo que no logro entender. Y que su señor marido septuagenario también. sentado a su lado ni se inmute me deja estupefacta.

Recuerdo hace unos años, cuando empezó la moda de las pezuñas sobre los asientos, a un homeless en los FGC que me dejó alucinada. Iba tan feliz con su carrito de la compra y unas bolsas, leyendo un diario ya pasado de fecha, con las piernas estiradas encima del asiento de enfrente ¡y había colocado hojas de periódico debajo!!!

Ale ‘Jordi’, a ver si aprendes, ¿o es que acaso tu no pisas la misma mierda?



domingo, 10 de abril de 2011

Hi ho, hi ho, al campo a trabajar!

Primer fin de semana sin obligaciones desde hace unos meses. La idea era ir de compras, pero con este día veraniego, ¿quién en su sano juicio quiere pasarse la mañana encerrada en un anodino centro comercial a rebosar de gente?

Así pues, cambio de planes. En lugar de eso aprovecharé el solete para hacer la puesta a punto del huerto urbano que estaba en barbecho (o sea, dejado de la mano de Dios) desde el pasado otoño.

Hace dos inviernos convertí cuatro cajas Samla de IKEA en macetas. Les hice dos taladros en la base para el drenaje y las pinté con aerosol de colores (verde, rojo, amarillo y azul) para facilitar la rotación de cultivos en años posteriores. Y me compré una libreta que uso a modo de cuaderno de bitácora agrícola para dibujar croquis con la distribución de los cultivos, anotar fechas de siembra y recogida, y los éxitos y fracasos con la horticultura. Compré un montón de semillas, a ser posible ecológicas, y me puse a hacer mis pinitos.

Es increíble ir viendo cómo de una semillita nacen coles inmensas, pepinos que colonizan media terraza, tomates olorosos o lechugas jugosas… ¡Y sin ningún aditivo! Ya veremos si este año es igual porque la cosecha anterior ha desgastado la tierra y habrá que volver a alimentarla sin pasarse con los minerales. Pero esta temporada anirem per feina: nada de coles, que ocupan mucho espacio y agotan la tierra, ni guisantes, que hay que plantar un montón para tener un puñadito (lástima!), ni pepinos, que salen amargos como te pases del momento de la cosecha… Este año transcurrirá a base de lechugas, tomates y pimientos, que son de lo más agradecido.

Por lo pronto este fin de semana está dedicado al arado, a quitar las malas yerbas que han crecido durante el invierno y remover el sustrato viejo para mullir la tierra, que está muy compactada, y darle porosidad. Como aperos, un rastrillo y mis manos, y venga, ara que te ara: una, dos, tres y cuatro macetas. Un poco de hidratación (para la tierra, yo soy más bien de secano; bueno, si estoy en una terraza, más bien de Martini) y vuelta a empezar. Dejar reposar y continuar con la misma rutina al día siguiente hasta que el sustrato esté bien suelto. Y rellenar con tierra nueva para que las hortalizas tengan comidita fresca.

Llegados a este punto, unos consejos básicos para horticultores urbanitas de tres al cuarto:

1.    Utilizar crema solar con protección alta/muy alta (en función de las  pieles) para evitar el feo look ’guiri-gamba’ los días posteriores a las labores agrícolas.

2.    Usar gafas de sol para evitar tropiezos tontos que dejan feos morados al tratar de entrar de nuevo al piso.

3.    Llevar las uñas cortas para evitar el efecto ‘mecánico de taller’, tan feo en las señoritas (también en los caballeros, por supuesto).

4.    Subir las macetas a una mesa para trabajar cómodamente en lugar de labrar en el suelo, para evitar el feo (y doloroso) efecto ‘Quasimodo’ (llegados ya a una cierta edad).

5.    Practicar la ambidiestralidad para evitar el efecto ‘brazo Nadal’, que también queda feo en las señoritas (aunque se agradece en los caballeros).

Y ya está el huerto preparado para la siembra. Ahora a mentalizarse para dedicarle la atención y constancia que necesita… Suerte que es agradecido!