martes, 31 de mayo de 2011

Map of the heart

Dice Julie Burchill que sobre el mapa real de cualquier gran ciudad podemos superponer un mapa del corazón. Un mapa de los lugares en esa ciudad que nos han marcado, donde hemos amado, nos han dejado, nos hemos enamorado, hemos llorado...

Mi mapa del corazón late en Gràcia.

En Torrijos, donde empezábamos la noche con los ingleses antes de bajar a la Real.

En Providència, donde el traductor derribó de un plumazo mis introyectos; donde se gestó una velada inolvidable con el vástago del tomate.

En el Canigó, donde compartíamos con Anita torrada amb truita d’espinacs y cervecita entre confidencias después de un Verdi.

En Sant Gabriel, donde una bandada de golondrinas y un cachorrito enfermo sobre un fondo de Bach me robaron el corazón. Donde la urbana truncó nuestro I will always love you y emprendimos la marcha hacia un lugar over the rainbow entre risas y chispas de electricidad recorriendo el cuerpo.

En Sant Antoni, donde compartimos risas, felicidad, lloros, abrazos, anhelos… donde empezó mi proceso de crecimiento.

En Torrent de l’Olla, donde el control no me abandonó mientras el sofá trataba de engullir una caída en espiral.

En Perill, donde Cabaret nos hizo vibrar y Oscar Wilde puso el broche final a su Arte en bruto…

Los lugares cambian, el tiempo pasa.

Los afectos… quedan?


lunes, 9 de mayo de 2011

Crónica final de la gala de unos Óscars excepcionales y muy originales



Foto final de los nominados / ganadores. De izquierda a derecha:
Òscar, Be Wild, Filadora, Violette, Martí, Xènia, El Veí de Dalt, Àmber, Duchsgel, Commuter, Mainoestard, La RaTeta, Helena, MK, País Secret, Joana y Fra Miquel. En medio, agachado, Paseante. En el sofá, Vida y en el cuadro, Tanguito.
 
El escenario se ha quedado totalmente oscuro. Las largas cortinas de terciopelo, de un color verde pistacho han caído lentamente y reposan a ras del suelo de caoba. El público ha empezado a levantarse y debate, alegre, la entrega de premios. Hay división de opiniones. “Lástima que … no saliera premiada”, se oye decir a unos… “Yo hubiera votado a …” dicen otros”. De repente, sin apenas tiempo para que nadie haya salido de la sala, varias personas que todavía permanecían en sus asientos, emiten un “Ohhhh!” de sorpresa. Se vuelven a encender los focos. El público sorprendido dirige sus miradas al escenario. Algunos, se vuelven a sentar en sus butacas azul cobalto, esperando una suerte de remake del espectáculo.

Desde detrás de las cortinas han aparecido, cada uno por un lado, la encantadora MK y el pachanga del Veí de dalt. Ella va vestida a lo Lara Croft. Él es casi una calcomanía esperpéntica de Indiana Jones; con un salchichón mustio en la mano. “Veí, te dije que cogieras un látigo…”. “Dijiste un fuet…, quién iba a pensar que te referías al de dar azotes…?

MK coge con firmeza el micrófono:

—Ejem..., ha sido una noche larga, llena de sorpresas y de momentos muy emocionantes... Pero no podemos irnos sin darle a nuestro querido Paseante un caluroso aplauso que tanto se merece por la organización de esta maravillosa gala de los Óscars de Blogville.

El público empieza a aplaudir alegremente. Los aplausos van subiendo de tono. Desde el fondo de la sala se empieza a vociferar su nombre dando sentidas palmadas, silbidos y algún aullido ronco. Sin embargo, el Paseante no aparece ni paseando ni arrastrando sus gastadas zapatillas por ningún lado.

MK vuelve a insistir, esta vez con un tono de voz más enfático:

—Paseante, por favor, te rogamos subas al escenario con nosotros. ¡Mira que ya se está haciendo tarde y el Veí empieza a tener hambre!

— ¿A qué tipo de hambre  te refieres, preciosa?
—A las dos, cariño. A parte de la habitual, sé que es la hora de tus potitos de verduras Bledine.

El público continúa aplaudiendo, pero ni rastro del protagonista.

Una voz femenina en off¸ requiere, así mismo, la presencia al escenario del Paseante. Nada de nada. Ni rastro.

El Veí de dalt, para despistar la atención, coge el micro y espeta al público:

­—Quizás esté en el lavabo... Alguien debería ir allí…

Dos miembros de seguridad van a mirar en los lavabos. A los cinco minutos vuelven negando con la cabeza

—Nada.
—¿Habéis mirado en el de mujeres? —añade el Veí, intentando dar al traste con todo el séquito de admiradoras e intentar demostrar lo que él siempre había sospechado: que el Paseante era un travestí.
—Ni en el servicio de caballeros ni en el de damas.

De pronto suena un teléfono. “Es mi smartphone”, dice MK. Se le oye hablar muy cariñosamente con alguien que parece poder dar alguna pista sobre su paradero. MK coge, discretamente, de la mano al Veí de dalt y se van tras las cortinas.

Mientras, el público ya se da por resignado y vuelve, por segunda vez, a desfilar por los pasillos del teatro. De pronto aparece MK con un nuevo y glamuroso vestido plateado (¿cómo puede esta mujer cambiarse de prendas tan rápidamente y que, además, todas se le ciñan perfectamente al cuerpo?) que deja a las mujeres sin respiración y a los hombres bombeando sangre a la entrepierna.

En ese mismo instante empieza a sonar la Banda Sonora Original de "Misión imposible". El público cuchichea entre sí, algunos con expresión divertida, otros con expresión preocupante y, algunos, impacientes, pero discretos. El Veí vuelve dirigiéndose al público les da la buena nueva:

— ¡Ahora sí! Tenemos el gusto de comunicarles que el Paseante ha sido localizado, en...— y sin dejar que acabe la frase, el público le interrumpe, y aplauden todos a la vez, levantados y vitoreando su nombre “¡Paseante, Paseante!”.

Acto seguido surgen de la concha, ahí donde se esconden los apuntadores, los dos niños que, a la par, son presentados como los sobrinitos del bien hallado protagonista, asidos de las manos de éste y MK detrás, en segundo plano. Entonces, MK y el Veí de dalt hacen un aparte y dejan al Paseante con sus sobrinos a cada lado, asidos de sus manos, en medio del escenario. El público estalla en renovados aplausos y vítores. Tierna escena.

La voz en off se hace oír por todo el teatro: “¡Shhhhhhhhh, silencio! Parece que nuestro querido protagonista va a  tomar la palabra...”

— ¡Ejem! Ehhhh, yo...., err, yo..., mmmm, err...

—Va, tío, no te cortes, porfissss— le interrumpe el pequeño Hayden, el que va vestido de color vainilla y le conoce sus arrebatos de timidez.

El faraoncito Nil añade:

    ¡Jopetas, tío, habla..., yaaaaa, que quiero irme a jugar....
    Tío, que esto es más fácil que besar a una chica, vengaaa...—, añade el pequeño Hayden.

El Paseante se arma de valor, se aclara la voz y dice con voz algo temblorosa, pero muy feliz y sorprendido:

—Ejem... Muchas gracias, ehhh, es un honor inmerecido... Errrrr, por primera vez no tengo palabras para agradecer tanto cariño y reconocimiento, errrr, insisto..., inmerecido.

Y se puede ver cómo se le resbalan unas lágrimas por sus mejillas. Está felizmente emocionado, se quita las gafas de plexiglás durante unos segundos y se seca con sus dedos índice y corazón algunas de las lágrimas derramadas.
 —Yo, es que soy un tímido y romántico empedernido... Errr... Os voy a desvelar un secreto. Menos mal que hoy es domingo y no martes, ni tampoco va a correr la sangre... Ejem, todo el rato he estado escondido ahí debajo (señala el sitio donde se pone el apuntador, en la concha), en un baúl lleno de telas preciosas de Damasco, estaba muy cómodo entre las bellísimas vestimentas de esta ópera prima... Desde una rendija podía oír cómo me estabais buscando... Me daba risa, porque el miedo produce risa, y es que ya os he dicho..., errrr, soy muy tímido...

Otra ovación irrumpe su improvisado y encantador discurso...

— Hace unos cuatro años que salí al mundo. Bueno, ejem, es evidente que tengo unos cuantos más, ya lo veis  (risas encubiertas); quiero decir que hace unos cuatro años aparecí en la escena virtual, en el mundo de los blogs. Hasta entonces sólo miraba el mundo al lado del señor gris… (al evocarlo, se le entrecorta la voz), paseando con él por el Turó Park o por el país de la niebla…; ejem; …pero mi verdadero país sois todas vosotras, bueno, vosotras y vosotros…ejem..; quiero decir, que me hacéis vivir en las historias que os cuento y en los comentarios que me dejáis. ¿Qué sería El Paseante sin vuestro cariño? Un cojo en medio de un país yermo… Un ciego en un país de ignorantes… Un anacoreta en una columna del desierto… Hmmm: … Soy feliz. Sí. Aunque os parezca lo contrario o que no sepa expresarlo con palabra claras. ¿Sabéis? Cuando paseo por los rincones de mi Turó Park siempre pienso en alguna de vosotras… Bueno, de vosotras y vosotros. De alguna manera u otra, leeros alimenta mi espíritu y las ganas de superarme.  Sois fantásticas y fantásticos. No cambiéis. Nunca. Porque en mis posts siempre hay algo vuestro que os pertenece; que os quito de vuestra esencia y que intento devolvéroslo con mi mayor energía. Perdonadme si no os alcanzo.  Mis paseos solitarios o en compañía son mi mejor medicina. Ojalá no se acaben nunca…

El público rompe a aplaudir. Las chicas chillan. Algunas lloran. Aunque lo intente ocultar, al Veí también le cae una lágrima que pasa raudo a enjugar con la palma de la mano: “Estos focos que deslumbran…”, dice a MK. Pero ella ya no lo oye. Ya nadie oye nada. Hay un fervor casi místico en la sala. ¿Quizás la avenencia de un nueva religión? Va cayendo el telón. El Paseante recoge una rosa del suelo. La huele. La besa. Y se la lleva al corazón con las dos manos. La ofrece al público. Ruge la marabunta. La lanza al vuelo. La platea es un grito unánime: “¡Paseante, Paseante!”. Todos los ganadores de un oscar lo muestran en alto señalándolo a él. Como si se lo devolvieran. Sus sobrinos lo cogen de la mano y lo llevan hacia dentro. Cae el telón. Y los aplausos siguen durante quince largos minutos.

MK sólo logra balbucear: “Irrepetible. Inolvidable”. El Veí responde: “Cierto: nunca olvidaré tu escote”.


Equipo de Guionistas: Amber, El Veí de Dalt, Filadora y Joana
Equipo de imagen: Be Wild, Commuter, La RaTeta Miquey y Violette
Coordinación: El Veí de Dalt, Filadora y La RaTeta Miquey

PS: Por si no quedaba claro, va por tí, Paseante!