martes, 31 de mayo de 2011

Map of the heart

Dice Julie Burchill que sobre el mapa real de cualquier gran ciudad podemos superponer un mapa del corazón. Un mapa de los lugares en esa ciudad que nos han marcado, donde hemos amado, nos han dejado, nos hemos enamorado, hemos llorado...

Mi mapa del corazón late en Gràcia.

En Torrijos, donde empezábamos la noche con los ingleses antes de bajar a la Real.

En Providència, donde el traductor derribó de un plumazo mis introyectos; donde se gestó una velada inolvidable con el vástago del tomate.

En el Canigó, donde compartíamos con Anita torrada amb truita d’espinacs y cervecita entre confidencias después de un Verdi.

En Sant Gabriel, donde una bandada de golondrinas y un cachorrito enfermo sobre un fondo de Bach me robaron el corazón. Donde la urbana truncó nuestro I will always love you y emprendimos la marcha hacia un lugar over the rainbow entre risas y chispas de electricidad recorriendo el cuerpo.

En Sant Antoni, donde compartimos risas, felicidad, lloros, abrazos, anhelos… donde empezó mi proceso de crecimiento.

En Torrent de l’Olla, donde el control no me abandonó mientras el sofá trataba de engullir una caída en espiral.

En Perill, donde Cabaret nos hizo vibrar y Oscar Wilde puso el broche final a su Arte en bruto…

Los lugares cambian, el tiempo pasa.

Los afectos… quedan?


4 comentarios:

el paseante dijo...

Creo que compartimos ese mapa del corazón. Te he imaginado en cada uno de esos espacios, en cada una de esas situaciones. Me gustaría plagiar tu post y cambiar tus vivencias por las mías (alguna sería parecida). Pero es muy feo copiar.

No sé si quedan los afectos (las cosas que dependen de los demás jamás son seguras). Pero los buenos recuerdos no se borran (eso depende exclusivamente de nosotros).

commuter dijo...

Y por qué no vas a hacerlo, paseante? Sería chulo ver tu mapa del corazón.

E imagino que los afectos cambian, aunque los recuerdos se empeñan en hacernos creer que siguen siendo lo que fueron.

PS dijo...

Segur que queden els afectes,si els recordes al menys queden en tu.
Jo tinc pocs records de Gràcia, però n´hi ha un més "cansat" que els altres:pujar una escala empinadíssima que no s´acabava mai en un pis d´estudiants del carrer Torrijos quan ja portava carrerilla des de la Plaça Medinaceli, a tocar Colón.Em fan mal les cames només de pensar-hi.
I un dinar boníssim en un libanès, més descansat al cap de molts anys.

commuter dijo...

Pais, és el que té la Gràcia més autèntica, les escales estretes i mal 'peraltades'. Però de segur que conserves unes bones cames!