pantalón, bambas, jersey de cuello alto y chupa de ‘cuero’.
Siempre pertrechada con su guitarra también negra
y cada día más desafinada, cargando invariablemente la funda cruzada a sus espaldas.
Siempre cantando boleros
con una voz que se adivina melodiosa en otros tiempos y una mirada azul largamente perdida
en algún lugar recóndito de su mente.
No puedo evitar un sentimiento de ternura siempre que la
escucho
mientras avanza pequeña y tambaleante abriéndose paso por el tren en movimiento.
Pienso en las circunstancias que la habrán llevado a esta
vida,
un amor desgarrador, quizás, a juzgar por los boleros. Pienso en la interesante e intensa vida
que seguramente alberga su menudo cuerpo.
Siempre le doy una moneda que acepta feliz
anticipando ves a saber qué placeres.Siempre pienso que quién sabe
lo que la vida nos deparará en algún momento…
2 comentarios:
Todos nosotros somos un poco como esa mujer del metro. Vamos por la vida ofreciendo lo que sabemos hacer. Da lo mismo que te paguen con una moneda que con un talón o una transferencia.
Me ha gustado mucho tu post. Parece una canción triste de Mari Trini.
:)) Gracias, paseante!
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